En 1999 la ONU estableció el 25 de noviembre, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, en memoria del asesinato de las hermanas Mirabal. 60 años después las mujeres de todo el mundo siguen siendo objeto de diversas formas de violencia hacia sus cuerpos y hacia sus vidas. La violencia de género es global, no tiene fronteras, se da en todos los países y sociedades, y se dirige a todas las mujeres, sin distinción de clases, etnia o grupo de pertenencia. No hay un perfil de víctima de violencia: el principal factor de riesgo es ser una mujer.
Las manifestaciones de la violencia de género son múltiples: puede ser psicológica o emocional, de control, física o sexual; puede ser ejercida por la pareja o expareja o por compañeros, jefes, familiares, conocidos o desconocidos; puede ocurrir en el ámbito escolar, familiar, laboral o social. Puede ir desde comentarios sexuales desagradables e insultos obscenos hasta la mutilación genital femenina o el asesinato. Pero ninguna debe ser tolerada, porque las violencias más sutiles son el caldo de cultivo de las formas más graves.
Una situación tan fuerte, en todos los sentidos, como la pandemia por la Covid-19 no ha acabado con la violencia hacia las mujeres sino que incluso ha aumentado. El confinamiento ha sido muy duro para la mayoría de la población pero mucho más para las mujeres víctimas de violencia. Las casas, que se suponen que es el lugar donde refugiarse y estar seguras, puede ser el espacio más peligroso para estas mujeres y sus descendientes. También en el mundo virtual, las ciberviolencias, como el control o el acoso a través de aplicaciones y redes sociales han cobrado relevancia en la situación de confinamiento y han permitido a los agresores controlar y acosar a sus víctimas, mujeres, jóvenes y niñas, sin necesidad de convivir con ellas.
Sin duda alguna, la violencia machista es una de las violaciones de derechos humanos más extendidas del siglo XXI y su erradicación uno de los asuntos pendientes de más urgente abordaje. El derecho a vivir una vida libre de violencia de género es un derecho humano recogido en tanto en el ámbito internacional a través de tratados y pactos, como en el ámbito nacional a través de las constituciones y otras leyes. Todavía tenemos un largo camino por recorrer para que la igualdad formal se traduzca en una igualdad real y sustantiva donde las mujeres podamos vivir una vida libre de discriminaciones y desigualdades por razón de género. Se necesita el compromiso personal y político de todas las instancias, de todas las personas, hombres y mujeres que creen firmemente que sin la igualdad de género no es posible el desarrollo ni la democracia.
Todos y todas deseamos acabar con la pandemia de la covid-19 pero también deseamos acabar con la pandemia silenciosa de la violencia hacia las mujeres. Igual que para acabar con la primera tenemos que responsabilizarnos con las medidas establecidas (uso de mascarillas, distancia social, restricciones de movilidad, etc.) para acabar con la segunda tenemos que hacer patente nuestro rechazo a la violencia de género y fomentar modelos alternativos de convivencia, basados en el respeto y en la igualdad.
Por ello, animamos a hacer nuestra aportación personal asumiendo en nuestra propia vida estas propuestas:
• Consideraré que las personas, hombres y mujeres, somos iguales en derechos, en capacidad de decisión, en oportunidades para elegir.
• Rechazaré todas las acciones, comentarios y chistes que trivialicen la discriminación de las mujeres y que denigren la imagen de las mujeres.
• Analizaré críticamente los discursos sexistas y/o violentos difundidos por los medios de comunicación.
• Promoveré una educación igualitaria, en mi entorno más cercano, apostando por juguetes y juegos que acerquen y enriquezcan a niños y niñas y no perpetúen los roles discriminatorios por los que el cuidado y la pasividad se asigna a las mujeres, y la inteligencia y la acción a los hombres.
• Seré libre para decidir mi vida sin que ser hombre y mujer me impida elegir lo que deseo, promoviendo la eliminación de los estereotipos femeninos y masculinos.
• Compartiré solidariamente las tareas domésticas y el cuidado propio y el de las personas, ganando así autonomía y disfrutando del afecto de quienes queremos.
• Resolveré los conflictos de manera no violenta.
• Cortaré la cadena en las redes, no viendo ni compartiendo imágenes que ridiculicen o muestren imágenes privadas y de carácter sexual sin el consentimiento de la persona y denunciar, si nos llegan.
• Mostraré mi apoyo y solidaridad a las mujeres que sean víctimas de violencia de género.
Por una vida libre de violencia y para que no tengamos que sumar ¡Ni una más!
Firma este manifiesto comprometiéndote personalmente a tratar de llevarlo a cabo. Para adherirte debes escribir un comentario donde pongas tu nombre y apellido, o bien puedes poner anónimo. Sí que deberás poner facultad a la que perteneces y titulación, además de la categoría (estudiante, PAS, PDI, otros); si no perteneces a la UMA escribe tu profesión. Una persona es invisible muchas personas son el cambio. Contamos contigo.